sábado, 9 de julio de 2011

MEMORIAS DE UN TIPÓGRAFO. MANIFIESTO. EN EL CENTENARIO DE E. A. W.

W
Trabé amistad con André Coyné  en el otoño de 1975 en Lisboa. Yo le había llevado la edición máxima, hasta ese entonces, de los escritos sobre Vallejo de Editorial Taurus que Julio Ortega me enviaba para él. Por casualidad la amiga en cuyo Citroen dos caballos llegué a Lisboa también era amiga de él. Por tanto el aprecio y la amistad junto con los paseos y el acercamiento  a los poetas portugueses amigos de Coyné y nuestras conversaciones sobre Lima fueron el centro de aquella mi estadía en Portugal. De aquel entonces data mi posesión de Trafalgar Square , Editions Tigrondine, 1954.Y Amour à mort, París 1957. Años más tarde  Coyné también me obsequió LE CHATEAU DE GRISOU, Mexico 1943. Eran las publicaciones de Cesar Moro que  Coyné había guardado con cariño.
Durante casi todos los ochentas con Helena Usandizaga frecuentamos a Coyné en Barcelona, a dónde acudían en la primavera como a una gran ciudad tanto él como Américo Ferrari. Uno venía de Montpellier y el otro de Ginebra. Por aquella época publiqué en Editorial Auqui La Fiesta de los locos de Américo Ferrari, libro que, inscrito en la Edición de El Bardo de su poesía completa, nos dedica a Usandizaga y a mí.
Fue  en el otoño del 88 que Coyné nos vino con la novedad de los poemas hallados de Emilio Adolfo Westphalen entre una carpeta de poemas suyos L´oeil obèse en Montpellier y, puesto que conocía mi trabajo y mi taller de la calle Madrazo, me propuso la publicación de ese material westphaliano en forma de libro con un prólogo suyo que da fe del avatar de aquellas letras. Y así fue. Acordamos que el nombre del libro lo pusiera  yo y no se me ocurrió otra cosa que prenderme del primer verso del primer poema Cuál es la risa. El libro salió a la luz de la primavera de 1989 junto con el de Coyné: Fe de errores. Fue mi madre quien llevó los ejemplares de las dos ediciones a Lima y los entregó en las manos a Westphalen. El mismo que dada la naturaleza de la publicación y su carácter artesanal y esencialmente tipográfico me envió una postal juguetona y agradecida que conservo en la calle Madrazo.
El año 90, luego del nacimiento de mi primera hija, tuve la suerte de encontrar a Westphalen en Salamanca alrededor de una mesa en la que también estaban Gonzalo Rojas y la hija de Emilio, Silvia, que llegaba de Portugal. Emilio hablaba de la catedral de Ávila y más precisamente de sus estatuas extrañas mientras Gonzalo Rojas carraspeaba y se burlaba del tiempo. En tanto que  yo me recuperaba del susto de haberme topado con María Kodama, la viuda de Borges, mesas arriba. Aquella tarde tuve entre mis manos las fotocopias de Falsos Rituales y otras patrañas, que tiempo después publiqué en Barcelona en edición mínima de abanico, en papel Archès. Seis ejemplares: tres que llegaron a Lima y tres que mantengo a buen recaudo.
Se puede notar entonces que en ningún momento E. A. W. estuvo en desacuerdo con mi edición de Cuál es la risa  y muy por el contrario, un año después en Salamanca me hizo conocer Falsos rituales . Cuento esto para curarme en salud dada la incuria del tiempo y el acecho de los parientes pobres del diablo que sobre todo en Lima abundan.
Vladimir Herrera.
Ranhuailla ,9 de julio del 2011.

viernes, 8 de julio de 2011

EN EL CENTENARIO DE EMILIO ADOLFO WESTPHALEN. ANDRÉ COYNÉ.

Prólogo de André Coyné para la primera edición de Cuál es la risa de E. A. Westphalen hecha por Vladimir Herrera en Barcelona en 1989. Editorial Auqui.      

La memoria es aleatoria.
           En uno de los párrafos finales del texto que, el 3 de marzo de 1974, leyó en el Instituto Nacional de Cultura, bajo el título Poetas en la Lima de los años treinta ,  E.A.Westphalen recordaba que,  desde 1935 hasta la fecha, no había publicado poemas, ni tampoco casi escrito. Agregando: “Debo mencionar que había intentado, un poco antes, unos ensayos de lo que se llamaba poesía social. No tenían desde luego nada que ver con la poesía” , y, a renglón seguido: “De esta época data también  un grupo de cortos poemas eróticos. Un par trató en vano de publicar Coyné, años después, en una revista española de poesía. Los originales se han perdido”.
         Yo llegué al Perú en las últimas semanas de 1948. Mi amistad con Westphalen fue inmediata, traduciéndose en mi presencia en el n° 6 de Las Moradas, a cuyo Comité de redacción seguidamente ingresé, en sustitución de Fernando de Szizlo que en los primeros meses de 1949 emprendió viaje hacia París. La única “revista española de poesía” con la cual tenía alguna relación era Raíz, órgano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, que dirigía J. Guerrero Zamora, a quien conociera en agosto del 48 en Segovia, en el ámbito del primer curso para Extranjeros organizado en la España de posguerra. En su n°3-invierno 1948-49 – había salido uno de mis poemas, pero en breve dejó de publicarse y, según parece, no ha quedado huella de ella ni en las hemerotecas ni entre los bibliógrafos.
         Sea como fuera, cuando conocí Poetas en la Lima de los años treinta, a través de su inclusión – junto con Las alternativas del  novelista  de J. R. Ribeyro-  en el tomo Dos Soledades, luego distribuído por el INC, rememoré ese intento mío que Westphalen señalaba, sin que nada entonces me llevara  a dudar de que, en verdad, todo fuese hecho definitivamente consumado.
          Hasta que, el año pasado, vuelto ya de cuarenta años de errares por los cuatro y tantos continentes, al recuperar viejos papeles y ponerme si cabe, a ordenarlos, abrí una carpeta doblemente obsoleta, que inesperadamente me ofreció los originales de  L´oeil  obèse – e, intercalada entre sus hojas, la serie perdida de Westphalen: algo más que los “cortos poemas eróticos”  a que aludía la charla de 1974; en realidad, todo un conjunto que, cuando se reedite la poesía completa, habrá que inserir entre Belleza de una espada clavada en la lengua, que reúne los sueltos conocidos de 1930-1978, y Arriba bajo el cielo, colección  inaugural del segundo Westphalen, el nacido en Lisboa a principios de los 80 – aparentemente tan otro del primero, el que empezara a fulgurar, “andando el tiempo”, “ a la aventura”, en el cielo “sin noche y sin día” de la Lima de los años treinta – y más profundamente tan el mismo, en la medida en que ambos poseen por igual la virtud de sorprendernos, puestos a revelar, cada uno a su modo, “el fin” que fue, es y será “del principio”, mientras  el mar no acabe de tragarnos “ para nunca y para siempre”:
        “En el origen está el término o vice-versa”.
         Montpellier, diciembre de 1988.
         André Coyné.


jueves, 7 de julio de 2011

CUÁL ES LA RISA. LOS POEMAS PERDIDOS Y ENCONTRADOS DE E.A.W.
































Vladimir Herrera ha compuesto y tirado a mano para Editorial Auqui 250 ejemplares de  Cuál es la risa de Emilio Adolfo Westphalen. Para esta edición se han usado tipos Nicolas Cochín del cuerpo 12, sobre papel registro ahuesado. Los trabajos se cumplieron en los talleres del Lunarejo en Barcelona el 21 de marzo de 1989. La maqueta y la encuadernación estuvieron a cargo de Montse Badell.