jueves, 6 de marzo de 2014

AUSENCIA DE LEOPOLDO PANERO HIJO.





AUSENCIA DE LEOPOLDO PANERO.

1.-

La última vez que vi a Leopoldo Panero fue en Guayaquil. Luego de un descenso interminable por unas escaleras mecánicas malogradas me di cara a cara con quien habíamos compartido- en lo setentas- ciertas historias que no contaré. Estaba allí con su enfermera y su cara de español redimido tan parecido a Pedro Garfias, pensé, pero en el Trópico. Me dijo tocándome el hombro yo a ti te conozco y yo dije  claro, pero no dije más. Luego, en la feria, su enfermera prefería que yo o alguien lo cuidara. Asi que me escabullí.
Aquella mañana estuve sintiendo el aire del Celeste, del primer Celeste de  la calle Platería. Sonaba todo el tiempo la inolvidable canción de Lole y Manuel, Tu Mirá.  Recordé cómo Martirio se sentaba a nuestro lado entre Vigil y Vila-Matas. Y Leopoldo estaba allí incordiando, siempre incordiando a Vigil y a Vila-Matas. El recuerdo se ha hecho más nítido hoy en el carro con sonido Bose, cantando Martirio y Chano Dominguez Las cositas del querer. Con Leopoldo quien sabe  dónde.

2.-

Sorprende cuando el final de un poeta - el otro- llama la atención a unos lectores desprevenidos, casi siempre incultos y relativamente contumaces como son los del Facebook. Llama la atención el afán de malditismo en este grupo de poetas siempre jóvenes y  mal vestidos siempre.
Entre esta gente se han entronizado Bukowski primero por culpa de Anagrama, las reposiciones del burro de Burroughs, las mamiladas de Ginsberg y todo lo que pueda parecerse o evocar a un Rimbaud peripatético con Quilca incluido y un largo después que llega hasta el escándalo infrarrealista del señor Zendejas en México. Todo muy entronizado en una especie de cultureta marginal con sus indios de madera que llegan remando hasta el mismo Guayaquil.
Da vergüenza decirlo: pero nada le ha  hecho más mal a la Poesía contemporánea que los cultores de la “poesía maldita” y el malditismo. Cuando ya de por sí un poeta muere con sus circunstancias y su gracejo si lo tuvo. Aunque algunos suicidas alcancen la gloria por la vía más corta.

Así que templanza carneros. Sosiego malditos. Que la vía de lo “Maldito” tampoco es la más corta. A estudiar sicología en la Escuela Cusqueña. Y a ver si vamos envejeciendo con calma entre  Agitación y  Desencanto, porque el que puede puede y ya todo está dicho.