sábado, 5 de mayo de 2018

Carta inolvidable de Gabriel Gimenez Emán para consumo humano.

Mi querido Vladimir Herrera:

Desde que te vi aparecer en Facebook no sabes cuánto contento se hizo en mi espíritu. Tu has sido para mí una de los grandes amigos que he tenido en la vida, y nuestras correrías por la Barcelona de los años de finales de la década de los 70 y comienzos de los 80 son para mi inolvidables. Nosotros nos desplazábamos por esa ciudad como unos príncipes, como unos reyes de la bohemia y de las mujeres y de los asombros poéticos que nunca nos abandonaron. Tu metido en tus trajes de lino  y tus corbatas, mesando tu barba y hablando con las misteriosas damas de la noche, chocando vasos de sidra espumante por las mañanas, comiendo ostras, ostiones gigantes y brindando por los amaneceres gozosos… ¿te acuerdas de Martita? nuestra musa andaluza que se paraba sobre las ramblas a mirar el infinito con su par de piernas maravillosas y nosotros la adorábamos como una diosa, era la novia de ambos… los ceviches en el barrio gótico, y las conversas, los bailes en las discotecas en el bar Tabú, las charlas con Vila Matas y Helena Usandizaga y María Elena Maggi y mi hija Claudia pequeñita dormía en los cojines de las discotecas y amanecía contenta pidiendo más fiestas, y las otras escritoras maravillosas como Cristina Fernández Cubas y tantos otros poetas, pintores, cineastas extraordinarios que vivían por el barrio gótico, el fotógrafo Luis Brito… Recuerdo que leíamos “Del verano inculto”, tus versos, yo escribí “El templo flamígero de Vladimir Herrera” allá y lo publiqué en Venezuela y en mi libro “Diálogos con la página”, veneramos el barroco latinoamericano, Lezama Lima Severo Sarduy, el gran arquitecto el Alejaidihno, cuya obsesión era no ser visto, en fin así  fueron tantas jornadas de poesía y bohemia en los amaneceres catalanes contigo y tu inspiración, por lo cual no tengo más que agradecer tu existencia y tu amistad, mi querido Vladimir, tu devoción hacia el Chino Valera Mora y tu maravillosa edición artesanal de “Canción de la noche y el Crepúsculo” que fue para mí una lección de cómo editar con altura y dignidad. Siempre te he admirado como poeta, como persona y esa capacidad tuya para seducir mujeres es lo que más te admiro, en eso me considero un discípulo tuyo, y fíjate, lo más bello es que todavía las muchachas jóvenes se fijan en mí y eso es para mí el mejor regalo que un hombre pueda hacerle a otro.

Ahora que te he visto aparecer por estos medios y tu cercanía fotográfica y tus comentarios acerca de mis enlaces y mensajes, quisiera irte a visitar algún día al Perú, emborracharme contigo y tus amigos y amigas  allá en las cumbres peruanas, leyendo los poetas peruanos acariciando  el cuello de una llama o de una vaca, deslizarme por los jardines, por las laderas frías y los valles del Cuzco y exaltarme y caer en los brazos de la efusión en las calles de Lima bebiendo una cerveza infinita, en el regazo de la patria de César Vallejo y de José Carlos Mariátegui, de José María Arguedas, José María Eguren, Antonio Cisneros, José Watanabe, Eilson, Cesar Moro…

Nuestros países han estado gobernados por muchos políticos mediocres, que según parece desean retornar luego de la defenestración de Dilma, Lula, Kirchner, Chávez, Pepe, Correa, Evo…. pero aquí seguimos resistiendo…

Pero lo más importante es ese amor que muestras por nuestra poesía venezolana, Vladimir, por eso que te sale del corazón para nosotros, esa capacidad que tú tienes para comprendernos.

Gracias, por existir Vladimir Herrera, esto te lo quería decir desde hace mucho tiempo. Un abrazo, hermano, amigo y poeta infinito.



dimiro herrera <aucells2009@gmail.com>
20:45 (hace 53 minutos)
para Gabriel