jueves, 15 de enero de 2015

Humareda. Escrito para un encuentro de poetas y pintores en Lampa.










MANIFIESTO RESIDENTE:

En el libro que la Galería Moll le dedica a Víctor
Humareda, curiosamente está consignado que, el gran maestro, en su infancia, había sido cuidado por Don Juan Herrera. La noticia no dejó de serme grata aunque yo estuviera al tanto por boca del propio maestro de su relación especial con mi familia. Sí pues. Es cierto que mi abuelo Don Juan Herrera cuidó de algún modo la infancia de Víctor Humareda. Es cierto que tuvo dos hijas, René y Carmen Herrera con la señora Gallegos madre de Víctor. También es cierto que Humareda creció con mi padre, tenían la misma edad y jugaban en el río de Lampa. Ambos estaban encantados con París, el uno con los impresionistas y el otro con las novelas de Eugenio Sue.

Yo conocí a Humareda en la casa de Víctor Delfín en Barranco y desde entonces caminábamos por Lima probando postres y hablando de nuestros paisanos. También lo acompañaba a La Nené de la avenida Colonial donde él no probaba ni una gota de alcohol. En su habitación del Hotel Lima tenía un retrato enmarcado de su madre al lado de la cama, un cajón con trapos coloridos para limpiar pinceles, y un ropero estrecho. El Gran Maestro me dibujaba con palabras su idea de hacer del puente de Lampa una hermosa terraza con sombrillas y café, una postal del impresionismo con luces de Degas y


temores de Toulouse Lautrec.Yo imaginaba un malecón a orillas de esa parte del río.Un paseo que reflejara esas aguas.
Pasado el tiempo veo que Lampa no cuenta con la obra de Víctor Humareda. La placa que señala la casa de su nacimiento está borrada. La casa todavía no ha sido expropiada por el municipio para hacer en ella una casa museo. Que es lo propio. La manera de cuidar la obra de un gran pintor. Que no se nos vea a los lampeños como sirvientes del turismo sino como a personas generosas y cultas que cuidan su arte y sus artistas.


Vladimir Herrera