jueves, 21 de mayo de 2015

OSCAR COLLAZOS ENTRE MIS COLOMBIANOS.

Oscar Collazos entre mis colombianos.

Hay que hacer un ejercicio de estilo para decir de Oscar Collazos que en un tiempo, en la puerta del Up and Dawn, una discoteca de Barcelona, blandíamos razones con altos argumentos y pugilato, y que perseguíamos rubias blancas de un níveo lino teatral. Las llevábamos a Boccaccio para perderlas. Les vendíamos nuestra razón de ser bien machos y bien sudamericanos. Nos ayudaban el pelo crespo de Oscar, su vozarrón y su pinta de boxeador indemne todavía. Tres son los colombianos que frecuenté aquellos años: Collazos, Rafael Humberto Moreno Duran, y el poeta Miguel de Francisco. Todos tenían problemas con Colombia y amaban Barcelona por sobre todas las cosas. Fue por esa época que Collazos emparentó con una escritora de la burguesía catalana -con piernas de abedul- por lo que un tiempo dejó de aparecerse por el Astoria. También por esa época publicó en mi revista Trafalgar Square unas prosas. Estuvo la noche en que José Bianco, en el Astoria dio a entender que no nos creía nada por estar drogados Vila- Matas, Carlos Trías y yo. Lo que no era cierto. Sólo habíamos bebido.
Discrepábamos acerca de la validez y el uso de la poesía femenina de Colombia. Nos preocupaba la extraña huida de Cobo-Borda, su abandono de España. En todo momento ocultaba su nostalgia de Bahía Solano como hacen los colombianos en general de Colombia. No así los peruanos que a cada paso nos ponemos a llorar. Contaba cosas de Belisario Betancur que me agotaban. Pero se lucía con las anécdotas de Plinio Apuleyo Mendoza, pese a mi radical izquierdismo. Pesaba sus palabras cuando hablaba de su muy amado García Marquez. Collazos era todo un estilo. El estilo absurdo del signo de Virgo.
R.H. Moreno Durand y Miguel de Francisco se le adelantaron sin yo haberlo advertido. Vaya esta nota como remedo del tiempo y azuce el largo viaje de ellos.