miércoles, 25 de abril de 2012

MOTIVO PARA LEER A TERESA CABRERA


No esperaba encontrarme en el trapecio de Ranhuailla con la juventud soñada, armada su femenino con la Forma estable y definitiva de toda ensoñación que es un rezo en la bahía o es un rezo en el desierto, perfil de beso en el desierto iluminado por las olas del deseo donde no hay deseo. Como no hay deseo en la poesía de Olvido García Valdés o en las novelas de Clarice Lispector.
Tampoco esperaba encontrarme con la pobreza esencial de ropa tendida en el cordel de la tarde azul anaranjada como un paisaje de Rothko.
Pobre lector el mío que amaba una sonoridad siempre a punto de perderse tras una idea suprema y universal. Y, sin embargo, pobre lector  el mío que se maravilla con La Forma Poética: pez de miel y roca, ave de pez y neblina.
Soledad pura de desierto puro que besa el pez con su pico de plata. El fin del afán de Martín Adán. Lima en sus afueras como una tentación de silencio. Allí ha construído Teresa Cabrera una poesía tan próxima al trapecio de Orión y tan dibujada por la arena de sombras que es la neblina en su significación mayor.  Me atrevería a decir, me atrevo a decir que después de Blanca Varela y Magdalena Chocano es Teresa Cabrera la llamada a ocupar su sitio en la sucesión atróz de la gran poesía hecha por mujeres en ese Perú que es Lima . La palabra seca y desmigajada ha cobrado su presa sutil: amor o madre aguardo/como cualquier peruanito/ su forma de pan en el desayuno/ u otra presencia/ aún más olorosa y divina.
Vladimir Herrera.

lunes, 23 de abril de 2012

CUATRO GENERACIONES JUNTAS. POETAS PERUANOS.

Cuatro poetas peruanos y cuatro generaciones juntas entre Ranhuailla y Urubamba. Rodolfo Hinostroza en primer plano, Vladimir Herrera con sombrero (cuándo no?), Filonilo Catalina en polo, y Robert Baca al fondo. La foto es de Dulce Massó Bonacella.