sábado, 9 de julio de 2011

MEMORIAS DE UN TIPÓGRAFO. MANIFIESTO. EN EL CENTENARIO DE E. A. W.

W
Trabé amistad con André Coyné  en el otoño de 1975 en Lisboa. Yo le había llevado la edición máxima, hasta ese entonces, de los escritos sobre Vallejo de Editorial Taurus que Julio Ortega me enviaba para él. Por casualidad la amiga en cuyo Citroen dos caballos llegué a Lisboa también era amiga de él. Por tanto el aprecio y la amistad junto con los paseos y el acercamiento  a los poetas portugueses amigos de Coyné y nuestras conversaciones sobre Lima fueron el centro de aquella mi estadía en Portugal. De aquel entonces data mi posesión de Trafalgar Square , Editions Tigrondine, 1954.Y Amour à mort, París 1957. Años más tarde  Coyné también me obsequió LE CHATEAU DE GRISOU, Mexico 1943. Eran las publicaciones de Cesar Moro que  Coyné había guardado con cariño.
Durante casi todos los ochentas con Helena Usandizaga frecuentamos a Coyné en Barcelona, a dónde acudían en la primavera como a una gran ciudad tanto él como Américo Ferrari. Uno venía de Montpellier y el otro de Ginebra. Por aquella época publiqué en Editorial Auqui La Fiesta de los locos de Américo Ferrari, libro que, inscrito en la Edición de El Bardo de su poesía completa, nos dedica a Usandizaga y a mí.
Fue  en el otoño del 88 que Coyné nos vino con la novedad de los poemas hallados de Emilio Adolfo Westphalen entre una carpeta de poemas suyos L´oeil obèse en Montpellier y, puesto que conocía mi trabajo y mi taller de la calle Madrazo, me propuso la publicación de ese material westphaliano en forma de libro con un prólogo suyo que da fe del avatar de aquellas letras. Y así fue. Acordamos que el nombre del libro lo pusiera  yo y no se me ocurrió otra cosa que prenderme del primer verso del primer poema Cuál es la risa. El libro salió a la luz de la primavera de 1989 junto con el de Coyné: Fe de errores. Fue mi madre quien llevó los ejemplares de las dos ediciones a Lima y los entregó en las manos a Westphalen. El mismo que dada la naturaleza de la publicación y su carácter artesanal y esencialmente tipográfico me envió una postal juguetona y agradecida que conservo en la calle Madrazo.
El año 90, luego del nacimiento de mi primera hija, tuve la suerte de encontrar a Westphalen en Salamanca alrededor de una mesa en la que también estaban Gonzalo Rojas y la hija de Emilio, Silvia, que llegaba de Portugal. Emilio hablaba de la catedral de Ávila y más precisamente de sus estatuas extrañas mientras Gonzalo Rojas carraspeaba y se burlaba del tiempo. En tanto que  yo me recuperaba del susto de haberme topado con María Kodama, la viuda de Borges, mesas arriba. Aquella tarde tuve entre mis manos las fotocopias de Falsos Rituales y otras patrañas, que tiempo después publiqué en Barcelona en edición mínima de abanico, en papel Archès. Seis ejemplares: tres que llegaron a Lima y tres que mantengo a buen recaudo.
Se puede notar entonces que en ningún momento E. A. W. estuvo en desacuerdo con mi edición de Cuál es la risa  y muy por el contrario, un año después en Salamanca me hizo conocer Falsos rituales . Cuento esto para curarme en salud dada la incuria del tiempo y el acecho de los parientes pobres del diablo que sobre todo en Lima abundan.
Vladimir Herrera.
Ranhuailla ,9 de julio del 2011.

viernes, 8 de julio de 2011

EN EL CENTENARIO DE EMILIO ADOLFO WESTPHALEN. ANDRÉ COYNÉ.

Prólogo de André Coyné para la primera edición de Cuál es la risa de E. A. Westphalen hecha por Vladimir Herrera en Barcelona en 1989. Editorial Auqui.      

La memoria es aleatoria.
           En uno de los párrafos finales del texto que, el 3 de marzo de 1974, leyó en el Instituto Nacional de Cultura, bajo el título Poetas en la Lima de los años treinta ,  E.A.Westphalen recordaba que,  desde 1935 hasta la fecha, no había publicado poemas, ni tampoco casi escrito. Agregando: “Debo mencionar que había intentado, un poco antes, unos ensayos de lo que se llamaba poesía social. No tenían desde luego nada que ver con la poesía” , y, a renglón seguido: “De esta época data también  un grupo de cortos poemas eróticos. Un par trató en vano de publicar Coyné, años después, en una revista española de poesía. Los originales se han perdido”.
         Yo llegué al Perú en las últimas semanas de 1948. Mi amistad con Westphalen fue inmediata, traduciéndose en mi presencia en el n° 6 de Las Moradas, a cuyo Comité de redacción seguidamente ingresé, en sustitución de Fernando de Szizlo que en los primeros meses de 1949 emprendió viaje hacia París. La única “revista española de poesía” con la cual tenía alguna relación era Raíz, órgano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, que dirigía J. Guerrero Zamora, a quien conociera en agosto del 48 en Segovia, en el ámbito del primer curso para Extranjeros organizado en la España de posguerra. En su n°3-invierno 1948-49 – había salido uno de mis poemas, pero en breve dejó de publicarse y, según parece, no ha quedado huella de ella ni en las hemerotecas ni entre los bibliógrafos.
         Sea como fuera, cuando conocí Poetas en la Lima de los años treinta, a través de su inclusión – junto con Las alternativas del  novelista  de J. R. Ribeyro-  en el tomo Dos Soledades, luego distribuído por el INC, rememoré ese intento mío que Westphalen señalaba, sin que nada entonces me llevara  a dudar de que, en verdad, todo fuese hecho definitivamente consumado.
          Hasta que, el año pasado, vuelto ya de cuarenta años de errares por los cuatro y tantos continentes, al recuperar viejos papeles y ponerme si cabe, a ordenarlos, abrí una carpeta doblemente obsoleta, que inesperadamente me ofreció los originales de  L´oeil  obèse – e, intercalada entre sus hojas, la serie perdida de Westphalen: algo más que los “cortos poemas eróticos”  a que aludía la charla de 1974; en realidad, todo un conjunto que, cuando se reedite la poesía completa, habrá que inserir entre Belleza de una espada clavada en la lengua, que reúne los sueltos conocidos de 1930-1978, y Arriba bajo el cielo, colección  inaugural del segundo Westphalen, el nacido en Lisboa a principios de los 80 – aparentemente tan otro del primero, el que empezara a fulgurar, “andando el tiempo”, “ a la aventura”, en el cielo “sin noche y sin día” de la Lima de los años treinta – y más profundamente tan el mismo, en la medida en que ambos poseen por igual la virtud de sorprendernos, puestos a revelar, cada uno a su modo, “el fin” que fue, es y será “del principio”, mientras  el mar no acabe de tragarnos “ para nunca y para siempre”:
        “En el origen está el término o vice-versa”.
         Montpellier, diciembre de 1988.
         André Coyné.


jueves, 7 de julio de 2011

CUÁL ES LA RISA. LOS POEMAS PERDIDOS Y ENCONTRADOS DE E.A.W.
































Vladimir Herrera ha compuesto y tirado a mano para Editorial Auqui 250 ejemplares de  Cuál es la risa de Emilio Adolfo Westphalen. Para esta edición se han usado tipos Nicolas Cochín del cuerpo 12, sobre papel registro ahuesado. Los trabajos se cumplieron en los talleres del Lunarejo en Barcelona el 21 de marzo de 1989. La maqueta y la encuadernación estuvieron a cargo de Montse Badell.

sábado, 2 de julio de 2011

QUIZÁ ALGUIEN QUIERA LEER EL POEMA

Campos de naipe y de conejos de
José Barroeta 

A Teresa

Bienvenida a mi boca
al astro de mi paladar
pequeña y grande abeja.
Conocida en pleno verano,
cuando lejos de mis amigos
huía a cádiz en busca de cristóbal
colón,
mi gran hermano del agua y del viento antiguos
que se aposentaban en mi carne como un millar de carabelas
recién disparadas a la tierra de gracia por las nubes.
Bienvenida, bienvenida mía,
a esa tierra prohibida durante siglos
por los teólogos, 
pero que mantuvo el reflujo del cielo doméstico
en mis ojos
mientras mi padre
y
mi
madre
hacían el amor en un lecho
de rosas.

Bienvenida
como los cometas que salen del paraíso,
que bajan como tú
alzando las manos semejantes al pavo real
que custodia la ruina delirante del santo de asís
en la niebla de oviedo.

Semejante tú
al vuelo del pájaro que asedia la atmósfera,
a las heridas rojas de mi país en el amanecer.
Bienvenida abeja
al cáliz del granado que cultivo para ninguna guerra.
Bienvenida a este mi país,
mi casa,
mi día de ayer y de hoy.
Bienvenida al fluir de los ríos,
al arca de noé,
al vientre de mis hijas, 
al poema de las praderas rojas, 
a la luz de la biblia,
a los campos de naipes y conejos.
Bienvenida porque soy un delirante 
que ando vestido de boscajes.

Bienvenida 
porque el día de verano deja olor a sirenas, 
a pastos de luna de málaga.
Yo soy el cofre:
me llaman el hijo de la copa de huesos de la 
pandilla de lautréamont. 

José Barroeta.

viernes, 1 de julio de 2011

MÁS DE LO MISMO EN LIMA Y EN CHILE.

Por una poesía Evolucionaria.
Marco de Fonz
Digamos que estaba descuidado cuando la poesía entró en mi vida, y ya en el oficio de vivir, continúo poetizando. “Sobrevivir nos cuesta toda la vida” me dijo el poema, y entonces agarré libros y libros y libros y me puse a leer como condenado a muerte. Leía todo lo que caía en mis manos y lo sigo haciendo, pero el peligro de leer es que aprendes a leer bien y entonces ya no crees todo lo que te ponen a leer. Así llegué a la SOGEM, aprendí y dejé de creer en la SOGEM; después fui becario del Centro Chiapaneco de Escritores. Creo en ellos todavía. El Centro ya desapareció pero seguimos con las lecturas. De Chiapas vine a vivir al D.F., ciudad en donde nací y en donde estoy naciendo aún. Al salir de Chiapas pensé en la fraternidad de los poetas, ¡oh, ilusión, inocencia del viajero! Llegué y tuve los primeros topes contra la pared invisible o contra la región más transparente del aire. Golpes que no se dieron a esperar y ahí estaba yo con mi chipote en la frente de la imaginación.

Nada era como yo pensaba: primero se dividieron los poetas ¬-los institucionales y los otros- los primeros no escuchaban, ni veían, ni hablaban con los otros (método de Paz, o tal vez desde los Contemporáneos). El método del ninguneo en pleno y de plano. 
Por lo consiguiente, los no vistos, ni escuchados, ni vividos y mucho menos publicados tampoco quieren saber de los institucionales. Al final vivimos un ambiente poético en donde nadie sabe de nadie, aparentemente. 

Así conocí a varios poetas burócratas, comencé a fraternizar con los niveles del infierno poético mexicano. Supe de estos burócratas que se dicen poetas y que obstruyen a otros que parece son más poetas que ellos. Pero ellos, al servir a su causa dentro de una institución, no quieren o no permiten que otros disfruten de las mieles de la institución u organismo cultural. De éstos existen muchos más de lo que creemos, ya sea en Conaculta, universidades, Coneculta, Inba o institutos de cultura de cualquier gobierno estatal. Estos escritores o poetas funcionarios son muy extraños: creen merecer el parnaso mexicano con todo y águila y nopal y hasta el Palacio de Bellas Artes. El ego habla más que sus obras. Y cuando los vas a ver, aunque sean funcionarios, no quieren dar nada ni que les pidas nada. Y siempre actúan como si te estuvieran haciendo un favor. Aún siendo burócratas, si se les recuerda que son burócratas, te dejan de hablar y cierran la puerta de sus oficinas. Como si fueran realmente sus oficinas. Increíble espejismo que se forman. En fin, de éstos conozco muchos y mejor olvidarlos. Por sus obras los desconoceréis. 

Los otros poetas son los premiados, entrevistados, publicados; los poetas que siempre caen parados pero cuya poesía es dudosa al regodearse en la docilidad del arte por el arte. Poetas que hacen de sus obras y del grupo de amigos “casa de los espejos”. Y no significa que el poeta tenga que ser revolucionario, no, sólo se trata de un poco de ética humana, de lo más básico para creerles y leerlos con más ganas, pero esto no pasa. Estos poetas viven con la Diosa blanca, o son místicos de universidades o son becarios eternos o jóvenes de toda la vida y crean fundaciones dudosas de donde sale toda la “poética nacional” y más que cosmopolitas suenan a “pueblo poetero”. Estos poetas no dan paso sin huarache y son reinas y reyes de todas las primaveras y carnavales del país y fuera del país. Son poetas que se preocupan más por su fama y su pose que por su estética e ideas. Y nunca de los nunca quieren ser interrogados sobre sus nexos o palabras libres con el presupuesto o el poder. 

Los poetas de talleres, de encuentros y de ferias de libros, son especialmente chistosos: se la pasan en cada rincón de cualquier pueblo con tal de leer sus obras completas que se autoeditan, se autopremian, automencionan, se autoelogian, se autocomplacen, se autoreseñan. Poetas que buscan la foto en cada esquina junto a un poeta “reconocido” y que por lo tanto creen que ellos serán así mismo reconocidos y aplaudidos y llenos de decoro y bien portados y se felicitan en cada salón de presentaciones y en los bailes de los encuentros de poetas y no se preocupan tampoco por la poesía, sólo les interesa su poesía y las reseñas de sus poemas y así hasta que mueren olvidados por su propio grupo, si no tienen la mala fortuna de que algún vivo instaure un premio con su nombre en su pueblo o colonia o delegación o casa de cultura. En fin que estos eventos son deplorables. Y llegan a caer en el ridículo y en lo patético.

El engaño y autoengaño es de lo más común y necesario para pasar por todos estos círculos. Si no hay engaño no hay venta, si no hay venta no hay poesía. Pero primero es creérselo aunque después no escuchen nada ni a nadie. Vírgenes viciosas nuestros pueblos. 

Para comenzar a concluir, vienen las vacas sagradas de la Academia Mexicana de la Lengua, los becarios del Sistema Nacional de Creadores y demás eméritos que dicen decir que dicen ser conocidos, que dicen ser leídos y “muestran al pueblo su cultura”, que en este caso sí es su cultura. La realidad es que a nadie le hacen daño pero tampoco a nadie le hacen bien. Pasan como todo en este pueblo de solos: con mínimos aplausos que ellos creen universales. El engaño otra vez. Parece que el poeta trabaja más con el engaño y autoengaño que con palabras. 

Y luego están los poetas extranjeros que vienen a decirnos cómo se le hace para ser poeta extranjero y vivir como en casa. Yo mismo me asumo como extranjero en mi país, todos somos extranjeros. Pero unos abusan de este título de extranjería. 

Así, cuando llegué de Chiapas, fui, miré y salí corriendo de cada uno de esos grupos. Puedo decir con cierto orgullo que los conozco a casi todos, desde lo más subterráneo y outsider hasta los más encumbrados poetas de esta ciudad de México. Terrible y gustosa experiencia. Nada recomendable. Por eso, el hacer listas en donde defendamos a unos y ataquemos a otros, creo es inexacto, pues “todos tenemos cola que nos pisen”, como dirían en la calle. 

Creo que tenemos varios problemas que resolver si queremos ver a la poesía mexicana de distinta forma y liberada de toda burocracia. Creo que en estos momentos la poesía mexicana, como muchos rubros del arte, está secuestrada, principalmente por dóciles poetas, una burocracia feroz y el miedo a decir o a opinar aún equivocadamente. Tal vez ellos, los poetas oficiales, en su ingenuidad, no se dan cuenta de lo que están haciendo mal. 

Quiero ser inocente y entonces alertarlos y decirles que se están equivocando. Uno de los síntomas de que se equivocan es que la poesía mexicana hace muchos años no da nada bueno a la poesía mundial. Ningún poeta mexicano influye de manera estética a ningún otro poeta de otras latitudes. Me imagino que se debe a que estamos más preocupados por quién nos mantiene que por crear una voz propia y verdaderamente poética. 
El miedo, como ya mencioné, es otro enemigo de la poesía en México: miedo a perder el premio, la beca, el apoyo, los viajes, la publicación y los encuentros; miedo a todo menos al poema, verdadera misión para el poeta. 

Para construir una Poesía Evolucionaria habría que: 

Quitar de en medio todos los premios de poesía. Es más: prohibirlos. No permitir que se premie a los poetas, ni premiar a la poesía. Es absurdo premiar algo como la poesía, ya que la calidad de una propuesta poética –cuando la hay– no puede justificarse con el monto de un premio. Quitar del panorama, del mapa, a los premios y premiados. El premio detiene el motor creativo. A estas alturas los premios no sirven de nada a la poesía. Sólo sirven a la cuenta del poeta. 

Acabar con los encuentros de poetas. Son ridículos y sólo sirven como pasarela de egos donde nadie se escucha y todos aplauden en automático. Son patéticos, verdaderos clubes del recuerdo. En todo caso, sólo sirven a los interesados y sus intereses. 

Quitar de una vez y para siempre becas y estímulos a los creadores. Es innegable que a lo largo de la vida de estos incentivos, no han servido de nada, más que para hacer engordar a escritores y escritoras. 

La otra solución, menos drástica, es que todos gocen de estas ayudas del gobierno. Que todo sea realmente rotativo. Que los grupúsculos literarios que ofrecen, califican y dan las becas y estímulos sean diferentes cada seis meses o cada año; que a veces les toque a los H. y a veces a los L. y otras veces a los P. y así hasta que se acabe el abecedario y todos quedemos contentos y gordos. Que todo nos toque a todos. Incluyendo, sin diferencias racistas, a escritores indígenas. 

Por todo lo anterior, resulta que el problema de que uno aprenda a leer, a veces tan bien, es que uno termina por ya no creerles a los que se dicen escritores o poetas mexicanos. El aprender a leer nos lleva a buscar más, cada vez más, como poseídos, como endemoniados. Y este acto de lectura libre es en detrimento de los propios poetas que nos dicen que tenemos que leer. 

Cuando leemos volteamos, regularmente a otras partes con mayor cantidad de aire y de ideas. Con mayor y mejor poesía. Quiero y necesito desde hace tiempo gozar de una poesía libre de políticos-escritores-burócratas del país. Esto tampoco significa que esté completamente de acuerdo con todo lo alternativo o lo rebelde. También existen grandes fallas en estos grupos, la más grave, es no leer o leer a conveniencia. 

En fin que esto está tremendo para cambiarlo. Parece una carta a algún dios muy milagroso, un dios de lo imposible. 

Mi experiencia propia es haber platicado con muchos de los escritores y poetas reconocidos y descubrir que su palabra está muy alejada de su corazón y ambos de sus ideas. Que no eran esos escritores que yo veía y sentía de una forma tontamente romántica. Porque no esperaba yo que los poetas fueran santos, pero tampoco pensé que fueran tan tontos. En fin, mi aprendizaje indica que no les puedo creer, casi ya a ninguno o ninguna de las poetas o escritores que en los medios públicos o en los institutos de cultura me dicen que son los representantes de los poetas en México. 
Los seguiré leyendo porque me gusta leer y leo hasta a mis enemigos, a diferencia de muchos que no leen ni a sus amigos. Y espero hacer todo lo posible con mis poemas para cambiar esto y liberar a la poesía mexicana de sus mafiosos captores así como seguir con este proyecto personal e individual, porque nunca me interesó formar parte de ningún grupo, decisión que, me imagino, perjudica mi posibilidad de obtener alguna beca (jejeje). 
Espero que esta propuesta se vaya tornando más seria y adquiera mayor fundamento, no sólo al proponer, sino al darle seguimiento a las bases para descubrir una Poesía Evolucionaria. 

Sin más por el momento, recibe un abrazo fraterno y espero seguir platicando contigo, porque creo que la palabra al final de los tiempos terminará liberando al poema. 
Gracias. 

¡Poesía! 

Marco Fonz 
Marzo, 2011

martes, 28 de junio de 2011

CAMPOS DE NAIPE Y DE CONEJOS. JOSÉ BARROETA POR HELENA USANDIZAGA.













CAMPOS DE NAIPE Y DE CONEJOS
Helena Usandizaga

“Campos de naipe y de conejos” es el poema de los dones, del ofrecimiento, de la apertura y la potencialidad. Frente a otros poemas dolorosos y a veces hasta malditos de Barroeta, en éste se presenta un tema que creo bastante propio de Arte de anochecer, aunque estaba anteriormente y estará después, alternando con su contrario: la salvación, la salvación por el otro, como en varios poemas de este libro que invocan a las presencias tutelares (“Vamos a buscar a mi padre, noviembre”, dice en “Noviembre”, o “No debo temer. Lo entiendo porque tu cadáver se lo dice/ a lo que está en mí enfermo”, en “Elegía de mi hermana Cristina”). En  “Campos de naipe y de conejos”, el padre y la madre hacen el amor en una escena idílica, alejada de la terrible mirada edípica de algunos poemas como “Néstor”, de Todos han muerto: “Si no me amas mato a mi padre”, o la visión maldita y central del sujeto del poema (“Mi melancolía debe ser mi cuerpo muerto con sus ojos verdes/ cerrados”, en “Elegía”, de Todos han muerto). En  el poema que comento, el amante, como todo amante cortés que se precie, se declara inferior a la amada y dispuesto a servirla: él es “un delirante/ que ando vestido de boscajes”, y también el cofre de los dones, mientras que ella es “como los cometas que salen del paraíso”. La amada ya no es tanto la Nadja de Breton; se amplía la referencia a su conciencia,  tal vez a la manera de la Elena de Juan Sánchez Peláez. Como es frecuente en la poesía de Barroeta, destilador de lo mejor del romanticismo, el simbolismo y el surrealismo, la verdad se presenta como iluminación fulgurante.
Es un poema transparente y de fluir diversificado, frente a otros de mayor complejidad semántica o más redondos de este mismo libro, pero ¿por qué este poema recupera con una magia muy de Barroeta esos campos de naipe y de conejos de nuestra infancia,  casi de Lewis Carroll, y recrea  de modo inmediato en el poema la bienvenida feliz a una plenitud ofrecida?  Es que éste es un poema de amor, es un poema de bienvenida al amor. Difícil de leer en el siglo XXI, yo apuesto por este poema porque sugiere inigualablemente esa apertura generosa del  encuentro con el otro, ese momento en que todo es posible y todo está abierto.
“Me llaman el hijo de la copa de huesos de la pandilla de lautréamont”, termina el poema. El sujeto se ha definido como ese poeta en concreto, y  quiero recordar  la risa cuando Pepe narraba cómo varias veces le habían buscado para preguntarle cómo se hacía uno de la pandilla de Lautréamont o de la República del Este, qué papeles había que rellenar, en fin.
¿Entonces, el sujeto del poema es Pepe Barroeta? La historia que subyace al poema ocurrió, es cierto (en uno de eso vaivenes colombinos que en su poesía señalan a la vez  ironía y sentido de la aventura,) pero una deformación casi profesional, y acertada en la mayoría de los casos, nos hace muchas veces eludir lo referencial en el poema, por miedo a proyectarlo demasiado literalmente sobre él y ahogar los varios sentidos del texto. Pero éste es un homenaje a Pepe Barroeta tanto como a su poesía, y quiero evocar no sólo su inscripción en este poema sino aventurar que esa salvación invocada en el  texto se cumplió para él de manera paradójica.
Entonces este comentario es un homenaje a Pepe y a través de este  texto también a Teresa, la abeja del poema, y a aquellos años 70 de promesas que tuve la suerte de compartir con los dos.
Y para seguir mirando desde el pasado que germina, acabo con unos versos de “Tierra soluble” (de Fuerza del día):  “Hace mucho tiempo de las rosas perfectas,/ hace tiempo pero ya las poseo sin tener/ que marchar atrás”.


EN LA FOTO DE MÁS ARRIBA SE APRECIA AL VENEZOLANO JOSÉ (PEPE) BARROETA EN PRIMER PLANO CON EL PERUANO VLADIMIR HERRERA DE PIE. EN PARÍS C.1978.
HELENA USANDIZAGA.



viernes, 24 de junio de 2011

LA FOTO DE KRIS POSITIVA ACCELERADA.

Esta pintada se ha encontrado en Barcelona  en los días álgidos de los mal llamados indignados mientras se espera que la revolución empiece en Grecia o en Puno.

lunes, 20 de junio de 2011

El Chino Valera Mora según Harold Alvarado Tenorio.

Felices en la blogósfera encontramos este artículo de Harold Alvarado Tenorio sobre Víctor Valera Mora. El gran venezolano había sido publicado en  Barcelona por Editorial Auqui hoy vinculada a esta Laguna Brechtiana, el año santo de 1990. El libro -poema se llama DESCUBRIMIENTO Y CAÍDA DE EUROPA.

El Chino Valera Mora
Víctor Valera Mora (foto de Vasco Szinétar)
Hace setenta años, este 20 de septiembre, vino al mundo Víctor Valera Mora (1935-1984), uno de los más singulares poetas venezolanos y uno de los más desenfadados que haya producido la lengua. Mejor conocido como El Chino Valera Mora, su obra, poco celebrada fuera de su país, es no obstante una de las referencias más reveladoras de los rumbos que tomó la poesía, escrita en español, durante los furiosos años sesentas, cuando en la península toda renovación poética parecía venir de la mano de la frivolidad y un aparente neoculteranismo, y en América sucumbieron tanto las fórmulas meramente agitacionales y de propaganda y aquellas que alienadas por los facilismos de la escritura automática, quisieron hacer pasar por liebre lo que apenas era gazapo. Valera Mora es el mejor exponente de ese período de esperanzas en la lucha contra las opresiones sociales y la búsqueda de nuevos sentidos para la vida, como quisieron los jóvenes que marcharon por las avenidas de las grandes ciudades aquel 1968, el año de la revolución. Su obra y su vida son, qué duda cabe, junto a las de Juan Gelman, Roque Dalton o Fayad Jamis, el paradigma de esa hora irrepetible. “De todos los poetas contestatarios”, escribió Manuel Bermúdez, “ha sido Víctor Valera Mora el que ha nutrido más a la Revolución con su palabra, sin cobrarle un centavo, ni mucho menos vivir a costa de ella”.
Víctor Varela Mora nació en Valera, aldea de luz y calina, cometas y montañas. Sabemos que su padre fue un obrero que murió de tuberculosis y su madre una campesina y que estudió el bachillerato en un municipio de los llanos de Guárico, San Juan de los Morros, donde conoció a otros poetas de las pampas como Ángel Eduardo Acevedo o Argenis Rodríguez con quienes aprendería a entender la poesía como canto y cuento, así quería Antonio Machado, mientras escuchaba a los improvisadores y leía, en trances iluminatorios, la poesía china.
De los llanos fue a Caracas para estudiar en la Universidad Central, sociología. Miembro del Partido Comunista fue puesto en prisión durante las manifestaciones contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1953-1958) a finales de 1957. Venezuela vive entonces una época (1959-1964) de levantamientos militares y de estudiantes y políticos contra el régimen de Rómulo Betancourt, quien toma partido por el gobierno norteamericano frente a las novedades y expectativas del recién inaugurado castrismo cubano. Junto a Luis Camilo Guevara, Mario Abreu, Pepe Barroeta y Caupolicán Ovalles, el “Chino” despliega una enorme actividad cultural y crea la mítica Pandilla de Lautréamont, en aquella Sabana Grande que albergaba en sus templos etílicos Halászo Macska, Nerone, Viñedo, Veccio o La Bajada, entre salsa y rock & roll, a un puñado de ilusos, pertenecientes a una imaginaria República del Este que sería derrotada por los ríos de un petróleo corruptor y perverso.
La canción del soldado justo (1961), su primer libro, es un vademécum y proclama de las esperanzas y los sueños revolucionarios de la hora. Y la cosecha de haber leído en Vladimir Maiakovsky, Jacques Prévert, Nazim Himet, Walt Whitman, Pablo Neruda o Dylan Thomas. Es la lucha de clases la que nos salvará de las garras de los grandes monopolios, pero ya es evidente que el tono de su canto no será panfletario sino lírico, una suerte de soliloquio o dialogo con un consigo mismo que, haciendo que nuestras conciencias rueden ante los otros mediante anacolutos, elipsis y roturas sintácticas, es nosotros. A la derrota de los poderes iremos, como será en toda su obra, de la mano del amor. Un amor que se expresa haciendo del yo del cantor la imagen misma de la historia, de la lucha contra la opresión y el desamparo, imaginando sus palabras como catapultas contra las acciones del régimen combatido, acusado por el poeta de llevar el país a la catástrofe.
La lucha de clases.
Los grandes monopolios imperialistas.
[...]
El policía del parque.
Los enamorados están en la posibilidad de iniciar el terrorismo.
El recuerdo desde la llanura,
caballo llorando sangre recomenzada.
Triste cuestión.
Este asunto de llevar una guitarra bajo el brazo.
La libertad de morirse de hambre doblemente.
(“Comienzo”, fragmento)
Cuando apareció su segundo libro, presentado por Salvador Garmendia y con ilustraciones de Carlos Contramaestre, Amanecí de bala (1971), diez años separaban los dos poemarios. Según contó el poeta a uno de sus amigos, un general de la Dirección de Inteligencia Militar habría dicho que el libro era más subversivo que los pocos focos guerrilleros que aún existían y que debían ponerle preso. Ante tal eventualidad, Valera Mora se fue a Roma con una beca que le consiguieron algunos amigos y el rector de una universidad andina. En la ciudad eterna escribiría sus 70 poemas estalinistas, por el cual recibió un premio en 1980.
Ungido ya para entonces III Conde de Lautréamont por sus pares, todo el libro es una variante esplendente de las maledicencias de Isidoro Luciano Duchasse, precursor del surrealismo, y como Maldoror, su héroe, con un lenguaje impactante, cruzado de imágenes delirantes, blasfemas, eróticas y evidentemente terroristas denunciará las extensas maquinaciones del imperialismo yanqui, los gobiernos locales, la burguesía, la iglesia, la cultura oficial, los académicos, los recién inaugurados burócratas de la fracasada revolución y a todos les va asignando una parte de la venganza que la poesía obrará en ellos, dejando para la gloria y los cielos de este mundo a sus amigos, a las mujeres amadas, los poetas malditos y marginados, los guerrilleros y los extremistas. Narrativo a veces, chistoso, coloquial, irónico, irreverente, Valera Mora supera con Amanecí de bala a mucha de la poesía de agitación y propaganda de esos años, ofreciendo al lector un libro que es al tiempo protesta política, propuesta revolucionaria, sátira y burla de una realidad y también un intertextual homenaje al amor por las mujeres. Una poesía que desde el cuerpo mismo del poeta, desde su carne y su sangre, defiende lo único valedero de esta vida: la cultura como contraparte de las sociedades de consumo, las aplastantes ofertas del capitalismo triunfante. Valera Mora habla por y para los condenados de la tierra, para las bacantes y los sobrios, las putas y las bienaventuradas, los letrados y las proletarias, los precisos y los imprecisos, los idos y las prudentes, los reales y las abstrusas. Un alucinado cronista de su tiempo que dejaba tras su paso el testimonio de las tragedias y esperanzas humanas mediante un eterno grito que fuese oído por todo el mundo y en todas partes, porque la poesía era su única forma de acercase a los otros, los suyos mismos, continuando una tradición de los poetas desafiantes e indignados, que en el fondo de sus almas sólo tenían amor y ternura.
Durante los años que pasó en Roma compuso, mientras deambulaba por el Trastevere bebiendo vino y conversando con viejos combatientes antifascistas o mirando, con la mente puesta en su país natal, las aguas del Aniene desde el balcón de su piso del Monte Sacro, los 70 poemas estalinistas, el último de sus libros publicado en vida del poeta. No eran ni setenta ni eran estalinistas. Se trató más bien de otro acto del incorregible. Entrando en los años ochentas, cuando el eurocomunismo daba sus últimas estocadas a los viejos partidos autoritarios y la memoria del defensor de la gran patria se veía teñida por los horrores del gulag y las denuncias de los disidentes y el glasnost y laperestroika anunciaban el fin del comunismo, publicar un libro con ese título y esos pretendidos homenajes, no dejaba de ser una ironía del poeta que había visto claudicar a casi todos sus amigos de la mano la corrupción de los gobiernos venezolanos. Porque sus poemas estalinistas son poemas de amor, viajes, lugares, bebidas, comidas, noches romanas, partidas de balompié entre el Lazio y el Roma. Y mujeres, muchas mujeres: Luisa, Cándida, Laura, Mercedes, Yira, Luz, Esperanza, Carmen, Lorena, Leticia, Marylin, Aura, Zeky y ante todo —como lo ha recordado Gabriel Jiménez Emán—, Clary Brian, una morenaza de Ohio que se enamoró del poeta mientras jugaban al tenis y cuando fornicaban le llamaba “my little crazy”.
¿Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor?
¿En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor?
¿Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el rostro de ella?
¿De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho el amor?
¿De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho el amor?
Saludará a sus amistades
Pensará que en otros países está nevando
Encenderá y consumirá un cigarrillo
Desnuda, en el baño dará vuelta a la llave
del agua fría o del agua caliente
Dará vuelta a las dos a la vez
¿Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor?
Soñará que la felicidad es un viaje por barco
Regresará a la niñez o más allá de la niñez
Cruzará ríos, montañas, llanuras, noches domésticas
Dormirá con el sol sobre los ojos
Amanecerá triste, alegre, vertiginosa
Bello cuerpo de mujer
que no fue dócil ni amable ni sabio.
(“Oficio puro”)
Como los poetas que tanto amó, Valera Mora fue un declarado enemigo de la pacatería, las morales convencionales, los amigos del dinero público y de todos aquellos que venden su conciencia mientras se cambian de ropa interior.
Harold Alvarado Tenorio.

viernes, 17 de junio de 2011

LEO TARIFEÑO: 10 CLAVES PARA ENTENDER EL PERIODISMO CULTURAL

JUEVES 16 DE JUNIO DE 2011


10 claves para entender el periodismo cultural


El mexicano Sergio González Rodríguez es periodista (autor de las notables crónicas-ensayo Huesos en el desierto y El hombre sin cabeza, ambos editados por Anagrama), novelista, crítico literario y consejero editorial de la revista cultural El Angel, del diarioReforma; Laura Revuelta dirige el suplemento ABC Cultural(ABC), Fietta Jarque está al mando de Babelia (El País), Blanca Berasategui es la máxima responsable de El Cultural (El Mundo) y María Luisa Blanco encabezó Letras de cambio (Cambio 16), ABC Cultural y Babelia. Hace tiempo, la revista digital fronterad reunió sus opiniones sobre el periodismo cultural, y aquí abajo extraigo aquellas que suscribo plenamente. Entre todas, arman un mapa bastante preciso de la actualidad del mundo en el que me desempeño: cambios en el eje, omnipotencia del mercado, impostura de los críticos, urgencia de un talante abierto y generoso que se imponga al snobismo (o “pedantería de las apariencias”) y haga de la cultura “un placer, y no un rasgo de distinción, de casta”, como bien subraya Revuelta. La lista de mis opiniones preferidas las domina González Rodríguez, y no es casualidad: así como sus maestros fueron Carlos Monsiváis y Fernando Benítez, yo tuve la suerte de que él lo fuera para mí durante el tiempo que coincidimos en la redacción de El Angel. Abajo, las ideas y posiciones de estos personajes clave en la prensa cultural de hoy. El link está disponible aquí.

“Un suplemento cultural puede ser muchas cosas, excepto una: un medio para ejercer el auto-servicio de quienes lo hacen. Hay que ofrecer un servicio a los demás” (Carlos Monsiváis, citado por Sergio González Rodríguez)

“Un buen suplemento tiene que vivir al día, y dejar atrás la idea de resonar sólo glorias pasadas por encima de la creatividad actual. Debe haber equidad entre presente y pasado. El antiguo suplemento que situaba el libro y la lectura como eje cultural ha dejado de tener vigencia ante las grandes transformaciones de los últimos tiempos, en especial, lo que se describe como sociedades de la información (internet, nuevas tecnología y plataformas)" (SGR)

“La función del crítico la ennoblecen el desinterés, la generosidad, el empeño de exactitud ante el registro de la obra ajena, el don del desprendimiento (...) Una crítica vale más que el elogio desmedido o interesado, ése que actúa bajo el principio de identificación: lo que me gusta a mí es lo que está bien. El crítico también debe ponderar aquello que no le gusta, y saber darle espacio. Aceptar y saber leer las diferencias. Por lo tanto, la crítica es mucho más que la práctica de un gusto íntimo donde los de casa presiden la mesa de los prestigios. Por ejemplo, ideas nefastas como 'fulano y zutano son lo máximo porque son la proyección de mis preferencias'. Uf” (SGR)

“Un crítico con ideas fijas (políticas o estéticas) es la negación de sí mismo y carece de credibilidad. Es dogma encarnado por mucho que presuma conocimientos, o pueda alardear con citas, alusiones y nombres de otros mediante los que busca ampararse de sus propias limitaciones. La crítica es mucho más que la emisión de juicios y pre-juicios: implica un desafío a sí misma y a quien la ejerce cada vez”(SGR)

“Los gafapasta * son una especie en extinción o, a lo mejor, estoy confundiendo mis deseos con la realidad. Creo que las nuevas generaciones rehúyen de la pedantería de las apariencias, delgafapasta o similares (...) Nosotros aspiramos a dirigirnos a losgafapasta (porque existir, existen) y a otros públicos más amplios que tienen auténtico interés por la cultura. Tenemos la muy modesta ambición de acercar la cultura, de tender la mano, de que no se la mire con miedo y distancia, precisamente, por la presencia de esos gafapasta que ahuyentan más que animan a hacer de la cultura un placer y no un rasgo de distinción, de casta” (Laura Revuelta)
*(Gafapasta en Frikipedia: “Dícese de toda aquella personaalternativa que pasea por la calle con tres periódicos bajo el brazo, con su suplemento cultural o una revista de crítica literaria en su defecto, ve cine francés siempre en versión original y es fan incondicional de Jean-Luc Godard”).

“En mi opinión, y más ahora con la inmediatez de la información en internet, lo esencial en un suplemento cultural es ser capaces de elaborar informaciones que proporcionen al lector las claves para comprender más profundamente las obras que se comentan. Y para eso debe haber conocimiento y pasión en quienes lo escriban” (Fietta Jarque)

“He tenido la suerte de conocer a algunos críticos independientes. Personas admirables que eran capaces de decir las verdades, a veces duras, sobre las obras de sus propios amigos. La ética siempre iba por delante de la amistad, las conveniencias empresariales y hasta su propia seguridad (recibían frecuentes amenazas). Rara avis. En general, la crítica se ejerce de manera tibia y prudente” (FJ)

“Tengo un concepto de la cultura un poco utilitaria: quiero que la cultura nos sea útil para gozar, para ser felices… Pongo siempre un ejemplo: es como si te instalas en una habitación, ¿la quieres con ventanas? Claro: quiero mirar, quiero ver. Cuantas más ventanas tengas para asomarte, para ver más el paisaje del arte, de los libros y disfrutar de ello, mejor. La cultura nos tiene que satisfacer y hacer que disfrutemos de las cosas” (Blanca Berasategui)

“Yo siempre he creído que los suplementos culturales eran necesarios y me parecía que contribuían a la difusión de la cultura, de la que andamos bastante necesitados. El problema es que ahora mismo yo creo que el imperio absoluto es el del mercado y todo se ha reducido o convertido a criterios mercantiles. Entonces la posibilidad de mostrar aquellas manifestaciones artísticas o aquellos elementos o libros o acontecimientos literarios ha quedado reducida a lo que interesa o no interesa en función de las exigencias del mercado. Por tanto, la producción genuina de los suplementos, que es mostrar eso que no es tan previsible, eso que no se ve porque no es noticia, ha quedado ya superada. Por lo tanto, en este momento no les veo demasiada función” (María Luisa Blanco)

“Los medios son poder, esto es indiscutible. Y a la mayoría de la crítica le importa más el espacio que ocupa en ese medio, porque es un espacio de poder, que la dignidad profesional a la hora de hacer esa crítica (...) Yo creo que hoy la crítica no es una crítica ejemplar. Que probablemente su actitud esté justificada, porque es una forma también de ganar un dinero, de mantenerse en ese medio cultural que le interesa… se pueden hacer todas las consideraciones que se quiera para entender una actitud. Pero la realidad es que es poco arriesgada la crítica hoy, que muy pocas veces ves una crítica a las grandes voces de la cultura. Una crítica despiadada la encuentras de escritores que están empezando o que no han ocupado ese espacio de poder. Yo no digo que la crítica tenga que ser negativa, pero debe dar cuenta de lo que ve” (MLB)