lunes, 17 de enero de 2011

Eros, la revista de Rupay (o el pasado no perdona)

En este poema nuestro querido Pimentel papá  sufre un extravío. Confunde a una Charo Arroyo andrógina con cualquier pelucón del centro de Lima. Rimbaud se libra con las justas de encontrar el cebiche perfecto y Coco de tener verdaderos problemas en casa. Si mal no recuerdo, estas líneas estaban destinadas a un guión  que el flaco Colán volvería película. Dónde estaba en ese momento el obispo de H.Z.?






























José Cerna compartía una habitación con Elias Duran más tarde bautizado por José Tang en París como el Dr. Watusi. La habitación de tripley estaba en la cuadra once de la avenida Arequipa, y estaba cargada de discos. Todo el jazz de oriente y occidente y el inefable rock. Y esto se nota en estos poemas.
Saliendo del Palermo a la derecha, a pocos metros de la Plaza San Martín tenía su puesto de periódicos el padre de Isaac. Lo mismo que saliendo del Palermo a la izquierda, en la esquina del Parque Universitario estaba el puesto de periódicos y revistas del padre de Eloy Jáuregui. Pimentel que siempre fue patero los introdujo con los poetas de oriente. Pero no entraban al Palermo por ser demasiado jóvenes. Rupay tendría diecisiete años y Jáuregui catorce o quince. O me equivoco. La poesía de Isaac Rupay fue un acto de insurrección solidaria, espejo de su mirada transparente.























Algún poeta en alguna parte en algún tiempo no sé si griego o africano ha dicho una verdad que nunca deja de conmoverme: la poesía es el único arte en el que no entran los números. Y Alfredo Portal en sus años mozos le decía a Verástegui que un poema no debía llevar patitas a riesgo de que hasta las gafas del poeta terminaran siendo falsas.
































 V.H. Escribió este desaliñado poema  de manera infinita entre los 17  y 21 años . El resultado ha sido una especie de collage en el que los amores y los viajes de la juventud se confunden con la utopía y los sueños. Y es que este poema se perdió varias veces y fue recuperado por la memoria y las playas del Pacífico. Así, pues, el mar de los recuerdos con sus botellas al viento nos arroja sin remedio en esta playa de internet sembrada de yerba pobre. Salud.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen trabajo, maestro.

Anónimo dijo...

BALADA PARA DOS CABALLOS

El ronco lamentar de dos caballos
Del fondo de una mesa en el Queirolo
Se oía triste, amargo, casi solo
De no poder correr ya por los callos.

“Mulio”, espetó el anciano, “nuestro colo
No atrae ya chiquillas en el baño,
Solo muchachos pobres desde antaño
Y ahora precisamos del vitriolo”.

El asno huancaíno sacó un palo
Con un dedo en el aire y requintando
“Con esto yo, carajo, seré malo

Y tiemblen los limeños”, y cantando
Desafinado se agarraba el falo
Y así lloraba con su par chupando.