El nombre de Lamborghini crece como la sombra cuando el sol declina que le decía don José Domingo Choquehuanca a Bolivar del suyo. Fue Hector Libertella, el gran Hector Libertella quien me hablaba de él en México. Y fue a traves de Libertella que Lamborghini contactó conmigo en Barcelona. Cuando me llamó por teléfono y nos citamos en El Velódromo de la calle Muntaner. Me dijo que llevaría tejanos y camisa blanca. La verdad que tenía un aire a Charli García, pero más guapo.Manos de tabaco y alegría en la expresión. Al rato advertí que se había enamorado de una palabra muy española, gilipollas, muy arrastrada con la elle argentina. Con los gin tonics de Larios fuimos coincidiendo acerca de quienes eran gilipollas en Barcelona y quienes no. La noche anterior se había peleado a los golpes con su amigo de infancia Germán García a quien yo conocía de Boccacio. Por entonces Germán estaba materialmente bien situado en Barcelona y gozaba de esa estabilidad emocional de la que gozan los sicoanalistas. Nosotros éramos unos sudamericanos reventados. No sé si en este primer encuentro en el Velódromo vimos por la ventana a Maradona. O es que Maradona entró a tomar algo y hablamos con él. Lo que sé es que fue nuestra primera "curda" en la ciudad condal. (continuará)
V.H.
1 comentario:
Muy bueno, Vladimir. Continúa.
Soy Enrique aunque ponga anónimo porque Google no me permite otra cosa. Tampoco me permite firmar "Pendejo".
Un abrazo hermano
E
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