Decir que es difícil leer a Gamaliel Churata es cierto sólo por lo imposible de encontrar sus obras. Pero ya salieron los inéditos de Resurrección de los muertos, en edición de Riccardo Badini (2010), y está a la espera en la editorial Cátedra El pez de oro, la obra clave de Churata, en edición de Helena Usandizaga.
Su exposición no es exactamente discursiva, sino que trabaja más bien planteando una red de ideas que centran el tema desde diferentes puntos en una modalidad expositiva pero también de diálogo, a veces vehemente cuando interpela por ejemplo a Platón al exponer ideas que se alejan de la doctrina del filósofo: “En el cementerio, así como ya vemos nosotros las cosas, no hay sino semilla. Es la pirwa de la vida. ¿Entiendes, Plato?” (El pez de oro, p. 107). Y es que Platón aún no se ha enterado de que materia y espíritu son la misma cosa; de que la cadena vital ignora a la muerte.
En esta dinámica interrogativa, el maestro Ekhart hace preguntas a los indios; Marx aparece para certificar la historicidad de la permanencia; y junto a estos aparecen los sabios andinos: el Layka o brujo, que compara con Cristo; el Pako-Achachila, el Kolliri, el Auki, los oficiantes y los sanadores andinos que conectan con el pasado y los muertos, y proponen una sabiduría perceptiva que sobrepasa el saber informativo. Para Churata, ellos han asimilado a Nietzsche y Schopenhauer avant la lettre, y van aún más allá del pensamiento paradójico de Unamuno y Einstein.
En esta dinámica interrogativa, el maestro Ekhart hace preguntas a los indios; Marx aparece para certificar la historicidad de la permanencia; y junto a estos aparecen los sabios andinos: el Layka o brujo, que compara con Cristo; el Pako-Achachila, el Kolliri, el Auki, los oficiantes y los sanadores andinos que conectan con el pasado y los muertos, y proponen una sabiduría perceptiva que sobrepasa el saber informativo. Para Churata, ellos han asimilado a Nietzsche y Schopenhauer avant la lettre, y van aún más allá del pensamiento paradójico de Unamuno y Einstein.
Traza así un camino de preguntas que también se hace Santa Teresa, hacia cuya mística “material” siente una fuerte empatía; a ella la ama Churata “casi con involuntaria gana y porque la amo creo conocerla. Así, a quienes la catalogan entre las histéricas, bien que geniales, y en nombre de la ciencia del siglo, les creo de una torpeza ruin. Lo que se llama histeria en Teresa es vivencia de universo” (El pez de oro, p. 247). Porque Churata busca los mismos secretos de la santa, esos secretos “tan vivos y delgados/ que no se pueden decir” (El pez de oro, p. 263).
Helena Usandizaga
Dejo el enlace de un blog churatiano: http://skepsis-wilmer.blogspot.com/
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