Memoria del Sermón de ser o no ser de Agustín García Calvo.
La poesía de Agustín Garcia Calvo me la hizo conocer quien con el tiempo terminaría siendo el mandamás de las editoriales barcelonesas Enrique Murillo que firmaba como poeta Enrique Hegewicz su libro Las dimensiones saciadas . Por entonces García Calvo terminaba de su exilio y en el aire se respiraban los ecos de su Comuna Independentista Zamorana. Serían los años 76 ó 77 del siglo pasado. Amarga y seca la soledad en tanto al menos no ha aprendido uno a alimentarse de ella: aquellos versos del Sermón de ser o no ser de García Calvo repetidos por Murillo-Hegewicz me han cautivado inolvidables desde entonces. Fue una lástima que tuviera discípulos febles y pendejos como Fernando Savater. Otros más puestos y atildados como Félix de Azúa y Ferrán Lobo le hicieron la camita en la hamaca y bien. El anarquismo de García Calvo le coloca siempre por encima de la academia y por debajo del bien decir. En la actualidad debiérase verlo en las pancartas de Los Indignados y no a traspatio de los interpretadores que se encargan de ocultar su obra numerosa y pesante tan poco conocida en esta parte de América del Sur.
Psicoanalista Vázquez Ortíz entrevista desde México a Agustín García Calvo:
5. Quizá no tenga mucha idea del problema que le voy a plantear, pero es una pregunta personal, ya para terminar, que puede interesarnos mucho a los mexicanos. En épocas recientes, de los años ’50 para acá, el México intelectual –que es uno y perfectamente diferenciable del resto de Méxicos- ha sentido una inquietud sumamente curiosa sobre la identidad de lo mexicano. Ha habido propuestas como las de Octavio Paz (Laberinto de la soledad) o la de Roger Bartra (La jaula de la melancolía) que proponen esbozos más o menos metódicos de la definición de la identidad de lo mexicano y sin duda gran parte de América Latina se haya cruzada por la pregunta del ¿qué soy? Porque nos encontramos a medio camino del indígena y el español, y de pronto sabemos –aunque algunos se decanten por emular al uno o al otro-, que no somos ninguna de éstas cosas. El mestizo se encuentra en una época sin historia y quiere labrarse una, quiere formar una identidad. México se haya en este punto de inflexión de dónde no hay retorno y pretende seguir labrando, junto a sus grandes figuras centralistas –Juárez, Díaz, Cárdenas, etc.- un estado cada vez más poderoso basado en la nobleza histórica de su pasado. ¿Qué puede sugerir, si una voz como la mía –mexicana-, no sólo le autorizara, sino le pidiera, su punto de vista en contraste con el Estado Español?
AGC: Ciertamente, no conozco bien el debate de México (o los Méxicos, como dices) en busca de su identidad; pero te confieso que tampoco deseo mucho conocerlo: lo mismo que la cuestión de ‘España’ y las disputas de políticos y filosofantes en los Medios, se me queda cada vez más aburrida, y odiosa también, como que contribuye poderosamente a distraer y estorbar que la guerra se juegue donde se deber: esto es, contra el Estado sin más, dondequiera que aparezca imponiendo su futuro (administrando muerte) sobre gente que podía tal vez vivir, sin futuro, si la dejaran algo suelta. Por cierto que, bajo la forma de Régimen que hoy nos toca padecer, el Estado ha venido a idéntico con el Capital: ni hay un Ministro del Poder, de cualquier color que sea, que pueda incluir en su programa político un NO al Automóvil, a la TV, a la Empresa, al Progreso, al Futuro, a la reducción de las cosas, tierra y gente, a dinero y movimiento de dinero, y en cuanto a los rebeldes... apenas si en aquello de la gente de Chiapas apuntaba un NO en tan sentido y aun ahí domesticado ya al dar al régimen su nombre de ‘neo-liberalismo’, en vez de decir a la llana “No al Dinero, No al futuro.” Claro que ese decir NO es una política no realista, y, como para tener algún existo, hay que ajustarse a la realidad... Cuando este Régimen se estaba estableciendo con pleno descaro por los años ’60 del pasado siglo, hubo por las escuelas del mundo, Norteamérica, Japón, Europa, un levantamiento de gente menos formada que sentía lo que se nos venía encima y acertaba a veces a denunciarlo; yo mismo puedo decir que vivo de ese levantamiento desde hace 40 años; y he echado de menos en tu carta, que al citar los casos vistos de administración de muerte por el Estado, no te hayas acordado (seguro que no lo viviste) de aquel brote de rebelión del ’65 al ’68 no terminó con el Mayo francés, sino con una matanza de estudiantes en la plaza de México a fusiladas de las fuerzas del Orden en Octubre de 1968.[1] En fin, que se ataque a ‘EEUU’ (o a ‘España’ mismo) como realización eximia del ideal o Régimen del Dinero, pero que no sea en nombre de México (o de Cataluña), para que su propio ideal de identidad repita la misma Historia; que sea siempre por el pueblo-que-no-existe contra el Poder que mata las posibilidades.
Deus optimus maximus.
V.H.
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