Por Darwin Bedoya
Luego de la primera aparición de Mate de cedrón (1974, Cascahuesos editores y Grupo Editorial Hijos de la lluvia reeditan esta obra en 2009). Ahora aparece una nueva reedición de un libro que si su difusión hubiera sido la necesaria, estaríamos hablando de un clásico de la poesía peruana, me refiero a Del verano inculto (2011, 2da. edición realizada por Cascahuesos editores y Laguna brechtiana; la primera data de 1980), estamos ante un poemario infrecuente, en el que el sujeto lírico ha encontrado toda certeza poética y en el que la palabra afronta un doble desafío: de un lado, desbrozar el reverso de una realidad objetual, en pos de la vida oculta que en las cosas se dedica a alentar la escritura; de otro, enlazar la experiencia de la vida con los espacios del sueño y, más allá, con un inconsciente no siempre accesible o razonable desde la lógica convencional debido a ese lenguaje casi lezamiano con una carga de significación que tal vez tenga su origen en una tradición de cultura, en una tradición hispánica, manuelina, borrominesca, berniniana y gongorina, como decía Sarduy. Pero volviendo a esa doble apuesta que conduce a Vladimir Herrera a intentar establecer un equilibrio entre ambos territorios, el de desbrozar el reverso de una realidad objetual y el de enlazar la experiencia de la vida con los espacios del sueño como si fuera imprescindible la noticia de lo real, notamos la constatación de una existencia comprobable, para rasgar la piel de la incertidumbre, la fragmentaria realidad otra que lo aparente oculta y que sólo vive en el poema. Aunque pareciera que la metáfora en Del verano inculto no es un mero ornamento del lenguaje, ni siquiera una modalidad expresiva, un desvío de la norma lingüística o una sustitución, sino un instrumento de conocimiento que conduce a la poesía.
Entonces, lo interesante de estos poemas es la brecha que generan con su idea de la imagen y de su grado considerable de hermtismo, pues intentan estructurar fragmentos de la historia como segmento discursivo poetizable, descartando así la lógica de sucesión a favor de lo que se podría denominar el incondicionado poético, tal como se puede leer en estos dos poemas que integran la primera parte del libro:
RITMO HESICÁSTICO:
Ojos de la galana sola en una frase común con olivos
Son mar espeso con alejandrinos y espuma litoral irisado
Con naranjos enanos transportados en oda y rosas
Son mar que hace las veces de mar en trote de olas albergando
El animal de la quimera y su testuz de finísima práctica
Luz de isla o Cola de Juno
Caracterizan lejanía en el entendimiento, cobran de sí
Devotas voluptuosas gobernándose
Y lunarios influidos
Fijos en la lectura errante
Y género epiceno el de dos astros cuando queda entre ambos
Dos un indicio aspa o sospecha de agua soleada y servil con
Aura de viajes señalada en mucho brazo desnudo y vertida
En ensueño menor de hermana respirando siempre en lo herboso
Mi tema
Eternizando el mar espeso con sosegar de velas y resaca.
(p. 17)
DEL VERANO INCULTO
Mañana extremada muerte demora ala de sombra
En ojos de Rubén huido
Sangre estrepitosa en retórico rosal oscuro
Demora acicalado bardo con gato de carbón y radio
Vacía madre en el labio de luz de la glorieta
Abuela del tiempo reposa su Imposibilísima Forma
Montaña medieval también erótica y sofisticada
Ajena de instruido mar en alazanes de mirada sola
La pericia es la del ser que a la del ser amado teme
Rubén huele irisada playa de tinturas en el lecho
Mientras fuga de la trenza por agujas
A delicias concubinas de la guerra
De la jocosa estrella que ha girado y se retoca
En lo que vuela derruido hacia el aroma
De corazón en feble corazón ignorado
De sombrero en sombrero azul para saeta
Melena de viejísimas horas
A la vanidad de lo sensible devueltas
Máximas horas de Rubén en celo Sombrero y Viento
Bajo sol del Verano Inculto
Nieve de Europa interpreta el Paquidermo
Aucells porque Europa es el mundo
Rimero de finísimas letras escamadas
Mozart como la muerte de los bañistas al pie de la ventana
Ojos de revocados mares y laminadas lágrimas de risa
Ya entonces Poesía era oscura como nada
(p. 20-21)
Así, el libro está escrito en un verso que goza en la convivencia con la oscuridad y pareciera que lleva, en determinados versos, al sujeto poemático, a desarrollar un lenguaje próximo al surrealismo. Y es que precisamente su condición hermética y la de sus puntos gramático/pictórico hacen que estos artefactos poéticos/pictóricos se tornen en individualidades indivisibles dentro del libro.
Todo esto se conjuga con las polivalencias del sentido que el verso puede dar. Vladimir Herrera ha escrito un libro de enorme interés no desprovisto de riesgos. Sin embargo, los ha afrontado con solvencia y equilibrio. Quizá porque sabe que transitar el camino de la poesía no solo implica atravesar el territorio de complejidad existencial y verbal, pero, sobre todo, sabe del riesgo principal que esta opción que ha elegido se llama hermetismo. Sin embargo, Herrera ha sabido sortear las huellas recorridas por Darío, por Lezama, por Kamenszain y, a veces, por ciertos pasos de Lamborghini, con la sutil diferencia de que todo lo ha hecho con inteligencia y acierto.
* Tomado del blog de Darwin Bedoya.
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