A Nuno Júdice le conocí en Rumanía. Entre poetas culpables y desesperados por el fin de su padre Ceaucescu. Se trataba de un encuentro en los extremos de la latinidad. En Constanza, a orillas del Mar Negro bajo la sombra de Ovidio escuchamos un coro de vestales en una sinfonía de oscuridad y plenilunio. Bebíamos y cantábamos aunque el tema de aquel encuentro de poetas fuera la melancolía. Ovidio tenía la primera palabra. Pero también averiguamos acerca de las relaciones del Poder y la Poesía: la gloria del tiempo. V.H.
Principios
Podríamos saber un poco más
de la muerte. Pero no sería eso lo que nos haría
desear morir más
aprisa.
de la muerte. Pero no sería eso lo que nos haría
desear morir más
aprisa.
Podríamos saber un poco más
de la vida. Tal vez no necesitaríamos vivir
tanto, cuando sólo se precisa saber
que debemos vivir.
de la vida. Tal vez no necesitaríamos vivir
tanto, cuando sólo se precisa saber
que debemos vivir.
Podríamos saber un poco más
del amor. Pero no sería eso lo que nos haría dejar
de amar al saber claramente lo que es el amor, o
amar más todavía al descubrir que, aun así, nada
sabemos del amor.
del amor. Pero no sería eso lo que nos haría dejar
de amar al saber claramente lo que es el amor, o
amar más todavía al descubrir que, aun así, nada
sabemos del amor.
Traducción de Elkin Obregón
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