Esta parece una procesión extraña de cerdos como osos y
santos bajo una luz casi cusqueña. Es una mezcla de corpus christi y
carnavales. Un tropel en el que las cruces y los tridentes parecen perseguir a
las olas.
Sugieren los que pintaron este cuadro la misma prisa atemporal con
que camina o avanza la procesión y la
extrema lentitud con que fuera hecho. Por que la forma en que fue hecho tiene
su cosa: Fue Ruiz Duran en su taller de Rufino Torrico que conversando con
Humareda decidieron comenzar la pintura
digamos que un martes y luego se fueron a almorzar allí cerca donde se
juntaba toda la gente de Bellas Artes. Luego Humareda se perdió como solía
hacerlo entre la plaza Manco Ccapac y el Hotel Lima, entre dulces de higo y
camotillos en lugares secretísimos que sólo a los iniciados nos hacía conocer. Lo
cierto es que un buen día Humareda volvió al taller de Ruiz Duran a terminar el
cuadro que no había querido olvidar y a
dos manos terminaron la coloración. El cuadro lleva las firmas de Humareda y de
Ruiz Duran en la espalda y en grande. Parecen tatuajes las firmas. Ahora, con
los años, el airecillo serrano de este cuadro como cierta comida peruana deriva
del hecho de haber sido pintado por dos serranos en Lima, el uno puneño y el
otro huancavelicano. V.H.
No hay comentarios:
Publicar un comentario