martes, 1 de marzo de 2011

POETA JOSÉ CARLOS CATAÑO EN ISLAS CANARIAS.

martes 1 de marzo de 2011
Estará uno sensible, o será que a uno ya no le importa expresar la ternura, cuando el otro se la merece; o el tiempo que fue se la merece.
Mudo después de la semana en París, mudo a los pies de marzo -marzo: todas las nubes; marzo: todo el mar consigo-, recibo este mensaje:
"Y me acuerdo de ti en una tarde lejana en la Plaza Real. Te acercaste a mí que estaba sentado en una banca, te sentaste y te quedaste dormido sobre mi hombro izquierdo. Nunca antes nos habíamos visto. Más tarde te vi con M. y con E. y P. Pero esa ya es otra historia. Ahora te escribo desde los 3.500 metros sobre el nivel del mar (...) Hace gracia haber sobrevivido a tantas borracheras para encontrarnos en esta playa de internet. Un abrazo."
El mensaje es de V. H. Ya por entonces me adentraba en el síndrome de Korsakoff, el que desarrolla y lleva hasta las últimas el personaje de Madame. En pocas palabras: la inmemoria buscada por no revivir los horrores de los que uno no se acuerda, la ficción para tratar de paliar la laguna en la memoria.
Pero ahora las palabras de Vladimir me son tiernas y me revisten, a mí también, de ternura por aquel  desamparo, y hacen que de pronto recuerde -a lo mejor yo también regresaba entonces de la masía de la frontera, otra escena similar en el Astoria, hora primera de la tarde, la pequeña maleta de tela negra a los pies de la mesa en la que hablaban Enrique y Cristina, quizá Carlos, a lo mejor Jose y David..., mi osadía frente a unos desconocidos, mi mudez.

Sí, fueron muchas las horas de miradas enhiestas, de labios callados, de vasos y más vasos con V. en el Astoria y en el Bikini desaparecido. En realidad, hablábamos tan poco, o con los sobre entendido y mal entendidos del alcohol, que hubo distancia y hasta un amanecer violento entre nosotros.
Y sin embargo...  Míralo ahora, al príncipe de Cuzco, que me hace hablar. Poco, porque los Enrique, Paula y Myra pertenecen a otra vida. Y yo no estoy seguro ni siquiera de seguir en una vida.

Tomado de Diario Virtual de José Carlos Cataño.

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