lunes, 21 de noviembre de 2011

SEGUNDA APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE OLGA OROZCO

Olga Orozco con Gonzalo Rojas.
SEGUNDA APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE OLGA OROZCO.
Helena Ussandizaga.         
 Algo del surrealismo, sin embargo, sí que es muy visible en la poesía de Olga Orozco, y se afirma ya desde Las muertes (1952) como una ética de raíz surrealista: vivir sin concesiones a la sanción social, ni siquiera a la fácil y engañosa felicidad, sino sometidos a una ley ardiente y exasperada que se cumple en la búsqueda -búsqueda trascendente, búsqueda con el alma-, no en el hallazgo. El surrealismo, por lo tanto, conecta de manera un tanto inesperada con el platonismo a través de la insatisfacción y la rebeldía. Este libro habla de destinos entregados y puros cuya "dádiva salvaje"  o cuya soledad marcan no la renuncia sino la muerte más alta que el desdén; y de otros destinos cuya máscara es arrancada por crueles trayectos. El procedimiento que se usa a veces en este libro, el del monólogo dramático, dice también de otra referencia, la de la poesía anglosajona, que tal vez le ayuda en otro de los logros: la construcción de situaciones significativas a las que es capaz de arrancar resonancias simbólicas. Consigue con este procedimiento poemas magníficos que hacen transparente la idea de lo incompleto e insatisfactorio, como "Señora tomando sopa" de Con esta boca, en este mundo (1994), en que la adulta toma por fin dócilmente la sopa que rechazaba en la infancia, con la absurda esperanza de que le sean cumplidas ahora las promesas que no la sobornaron entonces, "como si fuera tiempo todavía,/ como si atrás del humo estuviera la orden, la invitación, el ruego" . Se aprecia esto también en Cantos a Berenice (1977), que da una dimensión insospechada a su protagonista, una gata "pequeña equilibrista en un tablón flotante sobre un foso de lobos" . Esta gata, proteica y sagrada, tiene su “reverso impensable”  y su  cuerpo contiene las constelaciones y la vida, pero es a la vez cuerpo fantasmal y desperdicio cuando muere; sin embargo tal vez en un paraíso para animales literarios “vuelven a unirse las sustancias de la separación”. Como en “Entre perro y lobo”, de Los juegos peligrosos (1962), el cuerpo animal es un tapiz de dos tramas, a la vez ferocidad y mansedumbre, porque contiene la sustancia sagrada. El surrealismo, pues, sin ser por sí solo definitorio del discurso de Orozco, permite esta dimensión exploratoria en lo desconocido y numinoso, que percibimos desde el principio como uno de sus núcleos temáticos más importantes.

 Uno de los aspectos que alejan sus poemas de la forma surrealista es la poderosa arquitectura sintáctica de los mismos, que construye un discurso lógico cada vez más firme unido a un verso largo, poderoso, de respiración amplia.
. Pero la actitud de búsqueda y desafío no la abandona. En Los juegos peligrosos (1962), por ejemplo en "El adiós", la felicidad sigue siendo una separación, la tierra del castigo, el "retablo de la creación hecho pedazos" y la noche del adiós nos llama "como llaman aquellos que se van a los que nunca vuelven" . Este poema y "Para hacer un talismán", del mismo libro, dicen del amor como separación y desgarramiento; el latir del corazón ritma una carencia feroz como "un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío". Otro de los poemas, "No hay puertas" remite a la soledad labrada por el amor como única ganancia: "Mi soledad es todo cuanto tengo de ti" . Poesía de carencia y nostalgia, pues, más que de cumplimiento; pero Negroni  la sitúa en una poesía de la curación frente a la del diagnóstico (en términos de Ezra Pound), y ello por su relación con la armonía invisible y a la vez con un sufrimiento que no hace al sujeto el centro del mundo, pero lo conduce a lugares de distensión o de alivio. Negroni contrapone el imaginario de Alejandra Pizarnik al de Orozco, que declara “menos infantil” (38), pero sí sugerente de un mundo mágico, solemne, exuberante y trágico, según esta antologadora.

               A partir de estos primeros libros es posible también seguir el desarrollo de los temas principales de Orozco. Ya desde Los juegos peligrosos (1962), su búsqueda dice de la comentada tensión entre la realidad y el deseo, y un poema de Mutaciones de la realidad (1979), “La realidad y el deseo”, habla del "vino que empieza donde acaba la sed", del "hambre que se extingue sin saciarse jamás" ; el amor es en estos poemas separación y desgarramiento: el latir del corazón ritma una carencia feroz como "un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío", en “Para hacer un talismán”, antes mencionado. Desde esta carencia se indaga en la interioridad buscando la trascendencia con la poesía o el poder visionario, aunque este buceo produzca imágenes oscuras y amenazantes, aunque no se encuentre más que vacío y ausencia. Pero otras veces se produce la revelación, un "Génesis" (un poema de Museo salvaje, de 1974), que es el fácil y exacto nacimiento del alma y el cuerpo. La poesía es en esta búsqueda lenguaje que nos escapa, verbo sagrado que nunca pronunciaremos porque "tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma"  en “Con esta boca, en este mundo”, del libro del mismo título; destino desgarrador, como en "Pavana para una infanta difunta", un poema de Mutaciones de la realidad dedicado a Alejandra Pizarnik; pero la poesía está ahí para leer lo invisible o para intentarlo dolorosamente. Pues nos habla alguien que ve "mejor con los ojos cerrados"  en “En tu inmensa pupila”, de La noche a la deriva (1983), y cuyo reino es el "de la unidad perdida entre unas sombras", en “Rara sustancia”, del mismo libro; un reino por el que se lucha siempre al borde del abismo, "a continuo esplendor, a continuo puñal, a pura pérdida", una lucha que constata, a la vez en la ganancia y en la pérdida, en el poema “Para un balance” de La noche a la deriva. La poesía es entonces un combate, también "combate a muerte con la muerte" , cuya única ganancia son "unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad", en “Con esta boca, en este mundo”. Al unir la transgresión surrealista con la nostalgia de la unidad perdida, la poesía de Orozco da una vuelta de tuerca a la visión platónica, y la extrañeza se acentúa cuando la voz que habla en el poema se declara a veces incapaz de prescindir del cuerpo en la búsqueda trascendente, como veremos en poemas comentados más adelante.

Uno de los aspectos que interesa examinar para entender el imaginario a la vez material y platónico de Orozco es su uso de las nociones platónicas de sombra, de reflejo, de imagen, las cuales pierden a veces en su poesía el carácter intangible para hacerse más fuertes que el añorado modelo. "Variaciones sobre el tiempo", de Mutaciones de la realidad, es reproche, lucha y desafío a ese tiempo tirano que se cree "algún dios de Dios": "Tal vez seas apenas la sombra más infiel de alguno de sus perros", le dice la voz del poema a este amado enemigo. Para denostar al tiempo y vencer su prepotencia, se subraya su cualidad subsidiaria: el tiempo se viste de profeta, de Dios, pero quien habla es consciente de que la lucha con el tiempo es la lucha con una sombra. Y las referencias a la sombra, la imagen, el reflejo, la máscara, el fragmento, el otro, el reverso, el doble, el ángel se multiplican en los libros sucesivos y marcan esta actitud platónica que trata de leer en el reflejo el modelo original, oculto y deseado. Ya en Museo salvaje (1974), en el poema “En la rueda solar”, la separación, la distancia, el desencuentro, refieren a una escena “donde los personajes son una sola máscara de Dios”.

La percepción del universo como un mundo de signos que remiten a una unidad, como un conjunto de señales que permiten entrever la armonía, tiene que ver, por supuesto, con la intuición simbolista del mundo visto como un sistema de correspondencias: en esa intuición los objetos de la naturaleza se responden unos a otros, en esa “misteriosa y profunda unidad/ vasta como la noche y como la claridad”, en las “Correspondencias” de Baudelaire. Sin embargo, la visión de Orozco no se ajusta totalmente a esta revelación: a veces los objetos del mundo resuenan en la armonía, pero las más de las veces son sólo señales, fragmentos, sombras de ese otro lado, de ese reverso que la búsqueda poética propone como referencia pero también como pérdida y como nostalgia. 
Helena Usandizaga.

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