Querido Patrick:
Debo confesar que algunas mañanas me despierto con tu voz en la radio en este confín del mundo llamado Ranhuaylla. Lejos de todos y tan cerca de RPP, y me pregunto por tus arrestos y tu
armoniosa voz de barítono. Luego tomo el
desayuno en catalán y en quechua para olvidarme durante la
jornada. Alguna vez con Yoyo hablamos de tu terquedad amorosa. En fin, y de tu mala leche. Que de jóvenes me hacía gracia.
No tanto ahora que tú en París y nosotros en mustios collados
habitamos la cocharquez como mejor se pueda. Pero debo decirte una cosa: que en la batalla en torno a Hinostroza ocupas, acéptalo, el
lugar más ruin de la platea. No pudiste aguantar las ganas de que, a unas semanas de su desaparición, tu incontinencia cerebral diera rienda suelta a tus bajezas. Y es que de alguna manera tienes que hacerte notar. Lo supe cuando escribiste ese librito infame contra el Zambo Verástegui, enteramente dedicado a destrozar su imagen sin razón alguna. Tu supuesto análisis de la obra de Hinostroza es más de lo mismo. No dices nada nuevo ni revelador. Sólo denigras. ¿Por qué lo has hecho entonces? ¿Acaso no es por aquel prurito de “Quitate tú pa ponerme yo”? Porque de siempre sé que le tuviste envidia a Rodolfo. Lo que no imaginé es que llegaras tan lejos. Y me asombran los comentaristas sanmarquinos de tu post. Dos de ellos saben perfectamente de tu envidia, y me lo han dicho. Sin embargo hacen comentarios tibios y se sientan en la platea tras de ti. Será que se miden mucho en el fb. Eso digo, porque ¿por qué para exponer tu “análisis”demoraste tanto?
Lo que lacera la tempranía de tu apasionada vida es lo que te hace
pasear uniformado por París, y no te das cuenta. Ya desde la época en que por los alrededores de Radio France se hablaba de los hermanitos Rosas como de la peste blanca y uno se ponía a defenderlos por pura amistad. Hasta Pocho se cansó de defenderte.
Sobre tu obra qué quieres que te diga: reconozco tus poemas de
juventud, lo demás es una farsa. Tu trotskismo adulterado terminó por hacer mella en tu prosa y nunca tuviste aliento poético como el de Rodolfo. De eso no hablas porque ese aliento es el que envidias.
Luego has corrido la feroz suerte de los escritores que se dejan el
cuero en París. No los conoce nadie porque no escriben en francés, Y cuando publican en castellano es peor. Salvo algunos casos, la mayoría de ellos han lavado su prosa con mucho detergente. Y no tienen salida ni en España ni en México. Eso es lo que NO le pasó a Rodolfo Hinostroza. Lo demás es histeria.
Para la platea debo recordar que nos conocemos unos buenos cuarenta años. Desde aquellas noches en La Punta con el Zambo Verástegui, cuando buscábamos a esa falsa poetisa de apellido italiano que se había apoderado de los poemas de Málaga y que tú amabas con consecuencia admirable. Siempre fuiste de los que las matan con armoniosa voz por teléfono durante un año hasta que caigan.
Sabes a qué me refiero.
Verás que no me daré trabajo en desmenuzar la novelita espantosa en la que denigras al Zambo. Ahí tú sólo te jodiste. Tendrás que hacer otra cola para el Parnaso. No basta la buena ortografía para meterse con poetas infinitamente mejores que tú. Lo que no puedo es imaginar lo que dirás de mí en tu casa luego de esta carta aunque haga lo imposible por recordar a aquella que conmigo se perdió en el bosque y sollozaba bajo mi cuerpo.
1 comentario:
Aunque era fácil la tarea, no por ello se debe dejar se señalar el acabado claro, rotundo y leal. Bravo, poeta!
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